Mi ser ya no puede volar por encima
del eje vencido.
del eje vencido.
La
luz araña mi consciencia,
me
arrebata versos que penden de mis sienes.
como
hilos de telas sin color.
Me
he quedado al borde de mí,
oteando
cimas heladas, campos ahítos de sal,
encastrando
el impulso de ir más allá
del
eco consumado.
Hablo
por mis nudos nostálgicos;
bebo
líquido extraído de aquella magnitud
condensada
en dos cuerpos, dos ríos azules,
dos
caminos en la fundación del somos.
Decidme,
dioses, cómo diseñar partituras
sin
que la música se desfigure en mis sentidos.
Qué
labios inventaré para que la sombra
anule
su tendencia a esconderme.
Dime,
universo, por qué si acaricio la nada
me
conmueve la ternura de una imagen
que
se desvela conmigo.