La
fe llama a cada rincón
del
perfume marchito.
Y
yo, que vuelo entre aromas
que
anuncian inmortalidad,
me
vuelvo blanca y tibia.
Nada
me hará desistir
de
este conjuro nocturnal,
donde
cada partícula de emoción
eleva latidos cansados.
Voy
a descubrir un mundo
sin
ropajes, sin lutos pactados,
sin
latitudes falsas,
sin
oblicuos ensambles de metal,
sin
arrecifes dormidos...
El
corazón es pájaro de luna,
que
da a las flores más suaves
el
poder de vestirme de gala
cada
noche.
¿
Será, tal vez, otro sueño ?
Pilar carmona. copyright.©