Volver,
con la sombra de un año más sobre la espalda, sin que pese, sin
encorvar la emoción de sentir y sentirse parte del estallido de luz, alimentando cada célula del corazón, que resiste y late al unísono
del mar.
No
sé si voy o regreso. La línea que separa pasado del presente es
frágil como un suspiro. Ha vuelto a nevar, o así lo siento. Fría
es la caricia inexistente, temblor de alondra buscando cobijo en
cualquier corazón que la ampare. Me desarma el tiempo, y, como
siempre, acudo a la llamada del mar.
Me gusta la lluvia, sea lunes, martes, domingo o día de Reyes. Me gusta sentirla sobre la piel o piel adentro, como regalo de vida y creadora de sueños. Me gusta su música pura: nostalgia de canciones pasadas, o de otras por componer. Calmar la sed de esperanza con cada una de sus gotas y llenar la copa de la gratitud, por ser, estar y sentir. Sí, me gusta la lluvia. ( Creo que también le gusto a ella ).