Cerré
las manos
cuando esta realidad se hizo
niebla
en mis ojos.
Más
allá del silencio,
aún
pude escuchar el eco
de
una voz pálida,
y
las cuerdas de mis sentidos
se
hicieron música,
compás
que no escuchabas
en
este ayuno de quimeras.
Quiero
desatarme
de
lo que no me pertenece
y
editar un nuevo libro
de
mi vida flotante,
donde
cada estrella compense
el
sorbo amargo
que araña mis mejillas
con
tu ausencia.