Cerré
las manos
cuando esta realidad se hizo
niebla
en mis ojos.
Más
allá del silencio,
aún
pude escuchar el eco
de
una voz pálida,
y
las cuerdas de mis sentidos
se
hicieron música,
compás
que no escuchabas
en
este ayuno de quimeras.
Quiero
desatarme
de
lo que no me pertenece
y
editar un nuevo libro
de
mi vida flotante,
donde
cada estrella compense
el
sorbo amargo
que araña mis mejillas
con
tu ausencia.
Precioso poema. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel F. Villegas.
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