Húmedas de sal,
aquietan el vuelo
en el íntimo espacio.
No les duele la roca,
ni el viento las vence;
son anclas de plumas
sujetando el encuentro.
Sus corazones de agua
se observan,
se buscan,
se reconocen,
se aman.
El mar contempla
amores de gaviotas.
Pilar Carmona
©
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