Esta
verdad, su máscara de mármol,
proyecta colinas
donde
gimen ángeles caídos.
Me disperso,
como
brizna de pasión a la deriva,
intentando verter ilusión
en restos de naufragios.
en restos de naufragios.
A
veces, imagino una senda
dubujando un beso
junto
al puente que no podré cruzar,
y
un soplo rebelde asoma
por
los ojos cerrados de la vida.
Roquedales
de bruma:
dejad
de acariciar mi frente.
No
supláis los dedos del amante
que
aún juguetean
en
la sombra azul de la memoria.
No
cortéis el fulgor de mi aura
con
los filos de vuestra insistencia.
Dejad
cantar al ruiseñor
que
hace nidos de espinas en mi pecho.
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