Se
miró en el color del mar
y reconoció mis ojos.
Se
detuvo en mis manos
ablandando
la sal
que
pendía del atardecer.
No
supimos hacer con arena
un
refugio de gaviotas,
pero
abrimos puertas
hacia
la libertad de las nubes,
repitiendo
caricias de espuma,
frases
de viento.
Y nuestro amor se hizo luz
en un eterno abrazo.
en un eterno abrazo.
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