Háblame como rocío o lluvia.
Deja tus vocablos en mi piel
para que navegue por tus sentimientos
y el río de tu gracia
bendiga cada gota de mi agua pródiga.
Cúbreme con cada uno de tus dedos,
paso a paso, tejiéndome
en tus coronas de alas multicolores.
Llega a donde mis latidos alcanzan,
avivando caricias como antorchas
que bajan y suben
hasta que el humo serena el aliento.
Soy, si el ruiseñor de tus venas
arranca de mi pecho notas
y vibran en la cúspide de tu magia,
donde soñarnos nos multiplica.
¡Es tan fuerte el sabor que nos une
que ningún naufragio se precipita
y ningún ave pasa
sin regalarnos el murmullo del cielo!
Ahora, aún nos mece el anochecer,
nos dibuja brotes del mismo árbol,
y nos concede frutos y néctares.
¡Quédate en mi barca de luna,
una vez más!
Mañana, tal vez el olvido nos guarde
en su madeja de raíces.
"¡Quédate en mi barca de luna una vez más!" Qué bellas imágenes metafóricas destilan tus versos, querida amiga poeta. Es un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana
Encantadísima de que leas mis inspiraciones, María. Es un privilegio que así sea.
ResponderEliminarMuchas gracias, querida amiga y excelsa poeta.
Besosss