Me
gusta el cielo nocturno
cuando
hace cosquillas en mis dedos
y
las estrellas se unen
en
una conjunción de magia suprema.
Me
abrazo al aire
que
se distrae con árboles nuevos,
como
si fuera chiquillo alborozado
con
la primera conquista.
Me
detengo
en
cada sílaba de versos imprevistos,
para
saborear su esencia nunca limitada
por
ocultos presagios.
Celebro
el corazón
en
cada latido inmune, entregado, terso,
cernido
en volutas de caricias vírgenes,
inseparables.
Me
enloquece
sentir
tu mano de jilguero en la mía de nido
y
llegar a lugares profundamente amados,
donde siempre estaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario