Ayer:
conciliación
de hojas con el aire,
voluptuosa
actitud,
reto
a las uñas de la tormenta,
consciencia
elevada
por
la que revuelos de luz
aclamaban
su embriaguez.
Mañana:
metástasis
de inclemencias,
ente
acaparador de ácaros,
cuchillo
que rasga temblores
en
las cuencas menos visibles,
confirmación
de un olvido
en
el que guardaré mis equinoccios.
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