Te
imagino
esquema
rebosante de silencios,
falsa
alegoría con sabor a decadencia
y
el registro de una canción
interpretada
por otras manos.
Del escenario inconsciente,
aflora
la cordillera de tu limitación,
sin
mantener el prodigio
ni
acentuar oraciones compuestas
por
atracción sublime.
Te
resumo en un gesto doblado en sí mismo,
como
pañuelo que renuncia
a
agitar su blancura en el andén
pero
sabe que se dirige al destierro.
No
te niego,
sería prescindir del color púrpura
con
el que se maquilla la soledad
cuando,
perezosa, se duerme en ti,
en
nosotros.
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