domingo, 17 de mayo de 2015

CUATRO ESTACIONES


















Ordenamos el sin-vivir
con estrofas de canciones antiguas,
que apenas tararean
nuestras manos bajo el mundo.


Se condensan cuatro estaciones
en el habitáculo movedizo,
como viajero hacia un puerto sitiado
por barcas ancladas en su herrumbre.


Nos hemos fundido
-agua y fuego-
en el mismo costado de la paciencia,
cazando imposibles
entre vaivenes del indefenso arrullo.


Ante una historia que divaga,
la ilusión nos parece vieja,
con su rostro tatuado de cicatrices
y su viento en nuestras cejas de nieve.


Se aposenta la pausa
en la dulzura del mínimo espacio,
mientras el adiós camina.






(Octubre de 2014)

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