jueves, 23 de julio de 2015

DAFNE
















Amaba a la tierra, no en mí.

Amaba el verdor de las hojas
mas no imaginé su actitud
engendrando mi alma de madera,
mi vientre de raíces.

Esperaba al ángel del corazón
para alimentar
el código de mis ilusiones futuras.

Nunca pensé en Eros
como portador de veneno letal,
ni que el amor de Apolo
fuera espada cortando mi sangre
y escapé, escapé hacia el fondo
tragándome el pulso,
inclinada ante un poder de dioses,
asimilando mi urgente transformación.

Ahora me llaman laurel
y no puedo reír ni llorar.
Si alguien se apiada,
abrace mi libido sumergida.

Pilar Carmona Pérez.

















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