La mujer enlutada convoca al mar.
De espuma son los labios tiernos
apresados en su memoria
y le arrancan suspiros con dirección
hacia otro mundo.
Sus pies descalzos,
sobre la roca parecen muy pequeños,
como dos trocitos de nieve
suplicando calor al sol hundido.
repite una plegaria, sin reproches,
y sigue al barco
que intentó crear un nuevo horizonte
y se perdió en la niebla.
En silencio,
ella graba su llanto en brisas
y ecos de olas repitiendo su tristeza,
abrazada a la fidelidad.
Después,
cierra puertas de su noche sin rumbo
y espera, espera.