Llegó la tormenta.
Sus rayos
caían sobre la almohada
y la lluvia brotó de mis ojos.
Las cumbres se anegaron
sin una queja,
sabiendo que estaba escrito
aunque nadie lo leía.
Me arrastró el viento
hasta un extraño lugar,
que no deseaba
y ahora es el que más amo.
Pilar Carmona.
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