Puedo sentir el fuego
cuando en la noche se fuga,
retratar mi camino
como quien retrata una visión
y sólo queda niebla.
Le arrebato al viento
otro de sus enigmas,
y me detengo en él
todo el tiempo que me queda,
sin desvelarlo.
Puedo negar el amor que me nutre
-amor que me reclama la vida-
hacerme llamar sombra
para que otros fríos me devoren,
resignarme a tener
cadenas en vez de ojos
y un hueco en vez de corazón.
Pero voy contracorriente,
contra el sol, contra lunas negras,
a restañar mis caricias.
La voz del corazón, de nuevo,
¿ aprenderá a nombrarme ?
Pilar Carmona.
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