viernes, 24 de octubre de 2014

MÍRAME, NOCHE




















Mírame, noche.

No bajes tus ojos calcinados,
ni  cierres tu boca a enjambres
densos, moribundos.

Atrévete a morder la desazón
que te identifica,
y  a dejar tu huella de metal quemado
en cada una de mis lindes.

Has vivido tanto y tan cerca
de mis oráculos y ritos,
que no extraño tu perfil de luna
en constante eclipse.

Tú: menguada en mis odas,
o engrandecida en mis desgarros.

Tú: completa o partida
en mitades de desesperanza.

Tú: nube coronando mis caídas.

Mírame, noche,
y acaso, al mendigar tu estirpe
en mis torpes escollos,
encuentres mi brote de fe
que te ilumina.






2 comentarios:

  1. Buen, pero desesperanzador poema; claro que al final esperas que, a pesar de tus torpes escollos, la noche encuentre tu árbol de la fe que pueda iluninarla...

    Buenas y sugerentes metáforas, amiga. besos de buenas noches. María

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, María. Me encanta tu comentario, amiga.

    Besos con mi cariño y admiración, poeta.

    Pilar

    ResponderEliminar